La noche del pasado domingo un loco que, según dice la prensa se cree que es la reencarnación de Jesucristo, subió, después de la Misa dominical de la tarde de la Basilica, al camarín del Gran Poder para tratar de derribarlo.
Semejante barbaridad, a las personas de bien nos parece no solo una locura , sino un ataque del mismo diablo.
Lo considero no solo un ataque a un patrimonio de nuestra cultura, (que ya de por sí es un grave pecado) sino un ataque directo a las creencias de todo un pueblo, a su fe, a su manera de creer. de vivir y de sentir su Credo, así como, seguramente, un resultado del ataque que la Iglesia viene recibiendo por parte de determinado sector de la prensa.
Este es el resultado también de una política del "todo vale", nada está mal, nada es pecado, todo está permitido y eso no puede ser todo, porque a la vista de la transcendencia que ha tenido este hecho ahora cualquier "loco", tal vez por el solo hecho de salir en determinada prensa, puede intentar atacar a cualquier otra Bendita Imagen de las muchas que tenemos en nuestra Bendita tierra Andaluza y que tienen el cariño, el amor, la devoción y las creencias de todo un pueblo.
A la vista de ello creo que el castigo debe ser ejemplar para que a nadie más se le pueda ocurrir un ataque tan bárbaro cono el que ha sufrido el Señor de Sevilla.
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